canela
Los domingos, durante el desayuno, solía descubrir a mi abuela mirarme con tristeza. Me intrigaba saber lo que pasaba por su cabeza en ese momento, ¿trataba de adivinar mi futuro? Yo le sonreía y ella respondía timidamente antes de dar un sorbito de té.
El último día que compartimos la mesa, me miró con insoportable ternura. Nos reímos. Nunca supe si logró acertar con mi futuro, pero ese día supe cuanto amaba ella mi presente.
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